domingo, 22 de febrero de 2009

V Encuentro: Presentacion


En la actualidad se dice frecuentemente que vivimos en la cultura de la imagen. Entonces los íconos se nos presentan como una manera privilegiada para expresar la fuerza transformadora del Evangelio y del amor inconmensurable que Dios quiere derramar sobre todos sus hijos. Estas bellas imágenes que nos observan con amor, nos invitan a contemplarlas en esa misma sintonía de encanto. Ellas nos ayudan para entrar en contacto con lo sagrado, vale decir con lo inexplicable, lo inefable, con lo que nos fascina y nos desborda. Para esto es necesario abrir nuestros sentidos interiores, gustar de ese diálogo profundo que sólo se logra en la oración, donde se comienza a captar lo sutil de cada facción, la teología que contiene cada forma y cada color. Los personajes cobran vida y nos comunican su participación con lo divino, bebemos, como diría San Pablo, de la “Multiforme Gracia de Dios”, contenidos infinitamente en cada uno de ellos. Los íconos nos llevan a una dimensión que trasciende lo temporal, de allí su vigencia y su permanencia a lo largo de todas las épocas, y de allí, su perenne riqueza que nos une con lo divino. De esta unión el hombre de todos los tiempos sale fortalecido, edificado, y persuadido de que en el mundo hay mucho por hacer para devolverle el rostro de Dios a la humanidad desesperanzada.
Que esta Navidad sea un reencuentro con esta fraternidad que nos propone Dios y aceptemos su invitación, que nos realiza a través de los íconos, de formar parte de su familia, con sus santos, su Madre y con su misericordiosa persona.

P. Hernán Pérez Etchepare, ssp.

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