Para estudiar estos aspectos es necesario introducirnos en la vida de la Iglesia, porque la historia del icono está relacionada con la historia de la Iglesia y con la historia del arte, dos aspectos diferentes pero unidos en una realización en común.
El icono es un símbolo porque el símbolo es en sí mismo la presencia de lo que simboliza y es la presencia del representado.
El icono es "teología en color". La Iglesia define teológicamente al icono en función "dogma trinitario" y sobre todo permite entenderlo en función de la "encarnación".
No vean al icono lindo, no lo piensen feo, no lo critiquen como arte natural; en su desnaturalizada belleza trascendente está Dios; que escucha aunque no le hablemos; acompaña aunque no lo busquemos; entiende aunque no lo entendamos y protege aunque no lo veamos.
Contemplemos a los iconos observando lo que los iconos simbolizan. Compartamos la alegría de expandir los iconos que son la imagen inmediata de una luz proyectada; que son un tejido cuyos hilos se juntan, se entrecruzan, se ocultan y se sostienen mutuamente, entre aquel que los inspira, los representados y los que los contemplan.
No olvidemos las palabras de San Basilio: "Levantaos vosotros pintores que a través de vuestro arte exaltado hacéis iconos, mi alabanza para el campeón coronado es pobre comparada con la sabiduría que inspiran vuestros pinceles con sus radiantes colores.
"Yo me detengo al escribir sobre el valor de los santos y mártires de ahora en adelante, porque vosotros los habéis coronado y hoy me alegro de la victoria ganada por vuestro poder. A medida que miro los detalles de las figuras de vuestros iconos, su victoria es más brillante para mí. Que los demonios rabien, porque han sido destruidos por las bondades de los santos y de los mártires que vosotros habéis descripto. Haced que sus manos quemadas en las llamas de lo viejo sean reveladas nuevamente como victoriosas. Que esto que yo he dicho quede incluido en esos "iconos" y unidos con el cristo, Juez de todo el contexto. A El la gloria por los siglos de los siglos. Amén,"
Abramos los ojos para ver; los oídos para oír y el corazón para sentir: "Para dirigir nuestros pensamientos hacia la contemplación de las cosas elevadas se hace necesario un medio familiar cotidiano para dar una forma visible a lo que no tiene forma; para hacer visible lo que no se puede describir, para que podamos construir analogías comprensibles" (San Dionisio "Sobre las Jerarquías Celestiales").
María Cecilia Mascarenhas de Boschkowitsch
Curadora del II Encuentro de Iconografía Argentina
Curadora del II Encuentro de Iconografía Argentina
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