Los Encuentros de Iconografía Argentina comenzaron a gestarse cuando el padre Hernán Pérez Etchepare, de la Sociedad de San Pablo estudiaba teología en Chile. Allí, rezando como todas las mañanas lo hacía frente a una lámina que reproducía La Trinidad de Andrei Rublev, entendió que toda la doctrina acerca de la trinidad estaba en aquel ícono. A partir de ese momento comienza a investigar acerca de la iconografía y descubre que por detrás de los íconos hay una teología del color, de la forma, que los íconos se escriben más que pintar, y que hay toda una disciplina y un estudio muy serio al respecto.
Ya de regreso en Argentina, al tomar conocimiento de que aquí existían varios iconógrafos y algunos talleres de iconografía, surge el deseo de realizar una muestra para que el público tuviese acceso a los íconos originales, darles la oportunidad de ver un verdadero ícono, no apenas una reproducción impresa.
La iconógrafa María Cecilia Mascarenhas de Boschkowitsch es elegida como curadora de la Primera Muestra, y continuó siéndolo hasta que en el año 2001, por cuestiones de salud, deja el lugar a la iconógrafa Magdalena Acuña de Armano.
El Primer y Segundo Encuentro (años 1998 y 1999 respectivamente) se realizan en el Salón de los Pasos Perdidos del Congreso General de la Nación y participan alrededor de 25 iconógrafos.
Luego, durante los años 2000 y 2001, con el país atravesando una durísima crisis, el encuentro se suspende hasta que en el año 2002, a fuerza de pura perseverancia, la muestra vuelve a realizarse, esta vez en el Salón Azul del Teatro Cervantes, donde tienen lugar el Tercer y el Cuarto Encuentro. En el año 2003 la muestra se lleva a cabo en al teatro Santa María.
Es en el año 2004 que el Encuentro de Iconografía Argentina pasa a los museos, realizándose en Quinto Encuentro en el Museo Larreta.
A partir del año 2006 el encuentro se realiza en el Museo de Arte Popular José Hernández, con el apoyo de la Dirección General de Cultos.
Desde aquel Primer Encuentro en 1998, hasta el VIII Encuentro, en el año 2008, donde participan más de 50 iconógrafos entre maestros y aprendices, este espacio en el cual conviven las iglesias Católica y Ortodoxa, no ha dejado de crecer. La experiencia de visitar la muestra y encontrarse rodeado de íconos es algo único, que no puede ser apreciado en una muestra menor sino únicamente en una de las proporciones de ésta, cuya existencia es posible sólo gracias a las buenas voluntades del mundo católico y ortodoxo, y al espacio común compartido por talleres e iconografos independientes, unidos por una misión evangelizadora y el amor por los íconos.
Muy bueno el blog!
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