Palabras del P. Fernando Teseyra, ssp, durante la inauguración del Encuentro, en homenaje al P. Hernán Pérez Etchepare.
∙ "Excelencia reverendísima Mons. Juan, obispo de Caracas y
Sudamérica de la Iglesia Ortodoxa Rusa en el extranjero
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Señora Ana María Cousillas, directora del Museo “José
Hernández”
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Señora Natalia Gortchacow, curadora de la muestra
∙
Señoras y señores Iconógrafos
El nexo entre arte y
espiritualidad es un área que da al ser humano integralidad, pues incorpora a
su vida la dimensión trascendente. La espiritualidad lo conecta con lo sublime
de Dios, y la expresión artística con lo trascendental de la criatura humana. En
el ícono precisamente confluyen espiritualidad y arte, y es lo que nos convoca
a quienes bebemos de esta espiritualidad.
Al inaugurar este nuevo “Encuentro
de iconografía argentina”, sin dudas lo hacemos recordando al padre Hernán
Pérez Etchepare. Él fue el mentor, minucioso realizador y sostén de este evento
cultural, religioso y espiritual que comenzó como una pequeña semilla, pero que
ahora se extendió a los puntos cardinales del país, porque del norte y del sur,
del este y del oeste llegan los iconógrafos a exponer su contemplación de Dios
hecha pintura.
El P. Hernán fue siempre el
apasionado apóstol de la unión, del diálogo, del encuentro. Él dejó su impronta
en este camino, y sus huellas aún están frescas, especialmente cuando estamos
inaugurando el encuentro de espiritualidad y arte, el encuentro de los
cristianos de oriente y occidente que se descubren hermanos en los íconos, pues
ellos son una escritura de la fe que nos une.
Recuerdo los primeros movimientos
de esta sinfonía sucesiva de los encuentros de iconografía, porque soy un
testigo silencioso de cómo se hizo la convocatoria, de los esfuerzos de reunir
las obras y curar las muestras. Vinieron muchos, y muchos han pasado por este evento
año tras año. El P. Hernán se alegraba al ver la confluencia de las más
diversas obras, y se emocionaba con la belleza espiritual de los iconógrafos.
Pero sepan que se dolía hasta la
tristeza cuando el encuentro pasaba por la discordia, la desavenencia, el
dogmatismo, la rivalidad, pues ese mal espíritu desdecía lo que hablaban los
íconos. Todo eso no contribuía a los fines del evento: encontrarse, reunirse en
Cristo. Con todo, el P. Hernán pacificaba, limaba asperezas y retomaba el rumbo
poniendo en práctica el ser mensajero de la reconciliación.
El P. Hernán, apasionado y nato
comunicador, solía expresar que son estas muestras las que transmiten hoy la
verdad del Evangelio, porque muchas personas sedientas de Dios huyen de los
discursos religiosos armados y se congregan donde resuena una voz clara de Dios,
del cual es privilegiada la expresión iconográfica. Con ese espíritu buscó que
se armara la muestra en lugares de concurrencia de aquellos que quizás no van a
la Iglesia, pero buscan la belleza, la verdad, la bondad en el arte.
El P. Hernán abrió un sendero para
la Iglesia y la sociedad donde debemos descalzarnos para caminar, porque vamos
al encuentro de lo divino, vamos a contemplar la belleza y la espiritualidad,
para testimoniar el encuentro con Dios y el encuentro fraterno ante un mundo
inhumano, divido, insensible, desalmado.
Cuando el Señor decidió llamarlo a
su presencia, todos nos preguntábamos alarmados, ¿qué hacemos ahora con la
muestra iconográfica? Y quiso el mismo Dios que mientras el P. Hernán
contemplaba el rostro de las tres divinas personas, nosotros, en la tierra,
dialogáramos y nos comprometiéramos a dar continuidad a una importante obra
eclesial y cultural.
Para finalizar, damos gracias a
Dios por haber permitido que pase entre nosotros un sacerdote con una especial
sensibilidad, que se puso al servicio de la Divina belleza y de la unión de
todos, por el cual inauguramos un encuentro más de iconografía, su nombre:
padre Hernán Pérez Etchepare".